Se sabe que los propios líderes caen en ataques de ira seguidos de períodos de un profundo dolor e incluso depresión cuando descubren que ya no cuentan con el apoyo que esperaban. Y las personas acaban pagando un precio excesivo cuando sus líderes llegan a la conclusión de que ya no son leales y no se puede confiar en ellas para que hagan lo que se les pide, y descubren que se las deja de lado en la toma de decisiones y se sienten rechazadas personalmente.
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