El Museo Diocesano de Murcia custodia un retablo dedicado a San Miguel que formó parte en su día del mobiliario de la capilla del deán Pedro Puixmarín en el claustro de la catedral. Su programa, al introducir la representación del purgatorio, remite a la nueva imagen polifuncional del más allá que, desde su formulación teológica en la segunda mitad del siglo XII, se afirma progresivamente en la iconografía. La funcionalidad del retablo debe ponerse en relación con el proyecto soteriológico del deán en el que su capilla, igualmente dedicada al arcángel, al tiempo que exponente de prestigio social, actúa como marco idóneo de su utopía de salvación
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