El Plan de Descongestión de Madrid de 1959 respondía a la necesidad de combatir el proceso de concentración económica y poblacional de la cápital en la mitad del siglo pasado. Establecía una serie de polígonos industriales y residenciales en núcleos castellanos que reorientarían el crecimiento madrileño hacia su periferia. La mayoría de ellos, cinco, se localizaron en la actual Castilla-La Mancha. Sin embargo, la evolución de estos polígonos no se ajustó a lo planificado, ni en el asentamiento industrial ni en el de viviendas. A finales de los 1980 su degradación era elevada, pero suponían reservas de suelo urbanizable a la espera de un momento de reactivación. Con el desarrollo urbano y regional reciente, y en escala diferente según los núcleos, se reciclaron en parques empresariales muy terciarizados y en espacios residenciales periféricos en crecimiento. Forman hoy unidades singulares dentro de la estructura urbana de Alcázar de San Juan, Guadalajara, Manzanares y Toledo
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