La pericarditis purulenta presenta, en la actualidad, diversos retos. Primero, en el aspecto epidemiológico, a su rareza lo que nos exige tenerla siempre in mente para evitar un retraso fatal en el diagnóstico. Segundo, en el aspecto etiológico debido a los cambios en el espectro bacteriológico responsable del cuadro (desde el descubrimiento y generalización de las drogas antimicrobianas han aumentado los casos asociados a gérmenes anaerobios, gram negativos y fúngicos frente a los clásicos aerobios gram positivos de otras etapas), así como por su cada vez mayor vinculación con enfermedades y condiciones predisponentes, no necesariamente infecciosas ni previamente conocidas. Tercero, en el aspecto terapéutico, alimentado por la aún viva polémica en torno a la técnica de drenaje más eficaz. Presentamos un caso de pericarditis purulenta en el que la práctica de la ecografía a la cabecera del enfermo acortó los tiempos de diagnóstico y tratamiento del proceso y permitió que el paciente no abandonase el medio y lugar más apropiado: el Servicio de Urgencias. [Emergencias 2008;20:135-138]
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