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Resumen de Politischer Entwicklungsprozess und Manifestation der Gewalt in der cubanischen Revolution

Dieter Goetze

  • El artículo intenta establecer las relaciones existentes entre el desarrollo político en la sociedad cubana y las diversas manifestaciones de la violencia, en especial dentro de la transformación revolucionaria. A este efecto el desarrollo político es dividido en tres fases que comprenden, respectivamente, el período desde mediados del siglo XIX hasta la subida al poder de Machado; desde la dictadura machadista hasta la dictadura de Batista; desde comienzos de la transformación revolucionaria hasta el presente. A cada una de estas fases corresponden ciertas características de la violencia, que en un principio ya debe sus formas generales, así como la predisposición a su utilización a una combinación de condiciones única a la situación cubana. Dentro de estas condiciones se señalan específicamente como de mayor relieve: la longevidad del sistema esclavista, el personalismo con sus repercusiones sociales y políticas, y el proceso violento y tardío de independización. La combinación peculiar de estos factores acelera el recurso a la vía violenta como medio para la solución de problemas estructurales, tanto a nivel individual, como a nivel colectivo, a detrimento de medios institucionalizados de carácter no violento. En la primera fase la violencia es inicialmente un fenómeno de la lucha anticolonial, que a partir de 1898 se reduce paulatinamente a una lucha internecina entre grupos de políticos por los recursos nacionales sociales y económicos, y que a su vez está condicionada por la penetración imperialista norteamericana de las estructuras vitales de la isla. Paralelamente existen núcleos de violencia agrarios y de poco relieve para el proceso político central. A partir de 1925 la dictadura machadista lleva la violencia hacía todos los grupos sociales y a una intensidad sin precedentes. Durante este período, terminado por el episodio revolucionario de 1933, se crea un gran número de focos urbanos armados, acostumbrados al uso de la violencia, primero en lucha contra la dictadura, luego en lucha interna por el control de los resortes del poder. Después de verse interrumpido por la primera presidencia de Batista, se reanuda este planteamiento, que llega a una nueva cumbre durante la lucha revolucionaria contra la dictadura batistiana. A partir de la instauración del régimen revolucionario castrista - o sea en la tercera fase del desarrollo político - la violencia cobra características muy diferentes: el monopolio estatal de la violencia puede ser ejercido por primera vez sin interferencia s internas o externas, y adquiere una efectividad apoyada por la clara definición de los objetos de una violencia legítima (agresores desde fuera o contrarrevolucionarios). Esta violencia canalizada por órganos especialmente creados para el control del proceso revolucionario apunta al hecho de que, a pesar de su firme institucionalización cubre objetivos que en un principio ya había cubierto en fases anteriores: movilización de poder político, organización de gobiernos, adjudicación de personal a posiciones políticas, definición de reglas y metas políticas y decisión en caso de intereses conflictivos.


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