Como ya sabíamos, el Documento de Bases para una Ley de calidad de educación nos confirma que la educación no es un proyecto objetivo de un ser humano universal, sino un pro-ducto ideológico, político, contingente, de la sociedad. Tam-bién sabíamos que quien tiene la hegemonía cultural y la mayoría política, acostumbra, o al menos lo intenta, impo-ner su modelo a los múltiples y contradictorios proyectos educativos que los grupos sociales procuran transmitir a su prole. Por último, el documento de bases procura mantener, al menos en apariencia, el respeto a algunos universales educativos que son de aceptación general, o casi, en el mundo actual.
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