En numerosos puntos de la Monarquía Hispánica, la racionalización borbónica en los asuntos estratégicos fue lenta en su aplicación práctica. Ello se aprecia con claridad en el territorio de la actual Cantabria, donde si bien se recibió a lo largo del XVIII la visita de importantes ingenieros militares que realizaron el redimensionamiento de las fortificaciones costeras mediante la reforma de las aprovechables o el abandono de las prescindibles, sólo en muy escasas ocasiones se levantaron construcciones de nueva planta. Las estructuras defensivas continuaron padeciendo prolongados períodos de abandono, y los momentos en que se ponía mayor empeño en construirlas o repararlas coincidieron invariablemente con los puntos álgidos de conflictos.
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