Para entender por qué niños y adolescentes ostentan cada día mayor relieve en sus familias, el artículo propone analizar las modalidades interactivas que se establecen en su seno. Y presenta dos tipos de núcleos: el hiperprotector, en el que los padres se ponen en el lugar de los hijos, para compensar su supuesta fragilidad; y el democrático-permisivo, en el que padres e hijos son amigos y, en consecuencia, desaparece la autoridad. Uno y otro modelo determinan también el tipo de relación que la familia establece con su entorno, en particular con la escuela.
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