Analizaremos la situación lectora de los docentes, enmarcándola en una crisis cultural y educativa más amplia. Se plantea que el desafío consiste en construir un docente lector considerando dos dimensiones: la variedad y multiplicidad de fines por los cuales se lee, así como de los ámbitos y tiempos de lectura. En este cometido se señalan dos planos de acción, que al mismo tiempo se implican y complementan: la necesidad de políticas públicas orientadas decididamente a la creación de programas de lectura para docentes y el claro protagonismo de las instituciones educativas. Los dos planos de acción cobran decidido protagonismo si consideran como aspecto clave el despertar en el docente el querer leer. Todo cambio profundo, en este sentido, debe ser considerado como proceso de aprendizaje protagonizado por el docente en el que se implica personal y profesionalmente.
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