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Resumen de Anticuerpos en las enfermedades autoinmunitarias sistémicas. Especial mención al lupus eritematoso sistémico

Carmen Gelpí Sabater

  • Las autoanticuerpos son la expresión de la respuesta humoral contra "lo propio" que caracteriza las enfermedades autoinmunitarias y en determinados casos son diagnósticos de enfermedad. En el lupus, una de las afecciones en que más estudios se han llevado a cabo sobre las características moleculares de los antígenos que reconocen los anticuerpos, se ha demostrado que con frecuencia éstos van dirigidos a estructuras macromoleculares como el nucleosoma o el spliceosoma. Estos antígenos se encuentran en forma de complejos de proteína-ADN o proteína-ARN como los reconocidos por los autoanticuerpos antinucleosomas y anti-RNP (U1, Sm, Ro, La) respectivamente. Son los nuevos conocimientos sobre la inmunidad innata lo que ha aportado luz al papel que pueden tener estos autoanticuerpos en la patología. Los complejos antígeno-anticuerpo, que se forman como consecuencia de la aparición en sangre de antígenos provenientes de un aumento de la muerte celular por apoptosis, se unirán al receptor FcgII de células dendríticas o al receptor de antígeno de células B específicas. A través de la unión al receptor, el complejo será interiorizado y se unirá en las membranas endosómicas a receptores TLR (Toll like receptor) pertenecientes al sistema inmunitario innato. Se han descrito hasta 13 TLR distintos, localizados en la membrana celular o en las vesículas endosómicas, presentando todos ellos gran especificidad por sus ligandos respectivos. De ellos, el TLR-7 reconoce específicamente ARN de cadena simple y el TLR-9 es específico para ADN. Ambos se localizan en las membranas endosómicas. La unión de los complejos antígeno-anticuerpo con estos receptores activa una cascada de cinasas que lleva a la producción de interferón alfa, molécula del sistema inmunitario innato y adaptativo crucial en el estudio del papel de los autoanticuerpos en el lupus. El interferón alfa es responsable de la disregulación del sistema inmunitario y de la aparición de signos patológicos en el lupus. Entre otros, tiene un efecto importante en la presentación eficaz del antígeno a células T autorreactivas quiescentes y en la prolongación de la supervivencia de células dendríticas y células B. Por otra parte, el incremento de antígenos propios liberados por un incremento en la apoptosis amplifica la producción de autoanticuerpos y su efecto en la mayor producción de interferón alfa


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