En un contexto de neoliberalismo y acentuación de la desigualdad socio-económica en las sociedades latinoamericanas, la autora analiza el concepto de ciudadanía y a su articulación con el de civilidad. La primera, ha sido definida como un status que garantiza a los individuos iguales derechos y deberes, libertades y restricciones, poderes y responsabilidades. En ese sentido, el concepto de ciudadanía ocupa un lugar central en la política democrática. Pero la exclusión, las desigualdades crecientes y la falta de condiciones para el ejercicio de los derechos, muestra su insuficiencia y revela un vacío a llenar. La necesidad de vincular este concepto con las expectativas de reconocimiento e inclusión contenidas en la idea de civilidad, lleva a la autora a interrogarse por las paradojas de la democracia liberal, y a cuestionar la brecha existente entre el derecho ideal y su realización, lo cual indica la medida de la tarea que hay que realizar para desarrollar una verdadera democracia.
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