En este ensayo, a través de la crítica feminista sobre la construcción social de la sexualidad, intentaré desmitificar los argumentos que sugieren que la violencia sexual es el resultado de la pobreza, clase social, enfermedad mental, etnia, alcohol o religión. Por el contrario, su- giero que el problema de la violencia sexual no procede del hombre, sino del propio sistema social que legitima una relación de dominación inscribiéndola en una naturaleza biológica en la que el hombre y la mujer son vistos como dos variantes, superior e inferior, fruto de la división de sexos. Mi análisis pretende probar que las creencias de los violadores y maltratadores sobre las mujeres coinciden con las opiniones de la mayoría de las personas en nuestra sociedad. Consecuentemente mi pregunta es: ¿estaría justificado entonces su comportamiento violento y (a)normal?
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