¿Quién no ha oído hablar de la Orden de Caballería? (No olvidemos que don Quijote de La Mancha fue el último de los caballeros andantes). Por tradición, el caballero es un hombre leal, fiel, honorable, valiente, defensor de los débiles y siempre al servicio de su dama. El paradigma de tales virtudes lo simboliza la Mesa Redonda, y en ella los dos representantes por excelencia de la caballería: Lancelot, caballero terrenal; y Perceval, caballero espiritual. Mientras que Galahad sublima con su mística todos los ideales de la Orden. Si al caballero tal como ha sido entendido le añadimos un barniz religioso se nos transforma en un miles Dei. (La idea no es nueva, recordemos los soldados seguidores de Mitra, o la exhortación de Saúl de Tarso a los cristianos de revestirse con la armadura de Dios. Y si tales aspectos los trasladamos a la Edad Media ya tenemos un cruzado, es decir, el guerrero que combate a los enemigos de su fe).
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