Nos encontramos en un cambio de época. El profesor Estrada intenta sacar en este artículo las consecuencias eclesiológicas de este paso a un nuevo paradigma cultural. La tesis del autor es que el modo de Iglesia en comunión es el que mejor se acopla al proceso de globalización. El gran reto de este milenio será transformar la Iglesia en sus instituciones, organizaciones y estructuras, para adaptarlas al modelo de eclesiología de comunión y a las demandas de un mundo globalizado. Tal modelo permite una Iglesia única y católica, pero diferenciada, inculturada en distintas sociedades y culturas. La uniformidad dejará vía libre a la comunión con las diferencias y a la gestación de modelos distintos de ministerios, teología, derecho canónico, etc.
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