La designación de Dmitri Medvedev como "heredero" del Kremlin es otro de los actos de la democracia de imitación rusa. En un sistema fuertemente presidencialista, la élite empresarial-burocrática parece no tener ya interés en un líder funcional. ¿Aceptará la ciudadanía la idea de un poder en la sombra?
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