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Arbitraje, multiculturalidad e Islam: el caso canadiense

  • Autores: Zoila Combalía Solís
  • Localización: Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, ISSN-e 1696-9669, Nº. 16, 2008
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • español

      Los procedimientos alternativos de resolución de conflictos (mediación y arbitraje) se han impulsado en los últimos años como una vía ventajosa en asuntos de estatuto personal que contribuyen a aligerar el colapso del sistema judicial, a la vez que se reducen los costes del proceso, se evita la publicidad de asuntos que las partes pueden desear mantener en la intimidad y se obtiene una resolución rápida que previene una mayor exacerbación del conflicto. Al mismo tiempo actúan eficazmente en el ámbito de las sociedades interculturales al permitir una resolución más cercana a las partes. No obstante, a pesar de estas ventajas, el sometimiento de los asuntos de familia a arbitraje (especialmente a arbitraje religioso) no ha estado exento de dificultades, tal como se muestra en el caso canadiense. Así, en Canadá, el sistema vigente en Ontario desde 1991 hasta 2005, permitía el arbitraje para resolver determinados asuntos de familia y, de hecho, algunas comunidades religiosas (judías, cristianas e ismaelíes principalmente) tenían sus propios tribunales de arbitraje al amparo de esta legislación. Sin embargo, cuando a finales de 2003 se constituyó el Islamic Institute of Civil Justice con el fin de que los musulmanes canadienses que lo desearan pudieran resolver sus conflictos conforme al Derecho islámico, se suscitó un intenso debate en el país. Las razones alegadas para oponerse fueron que no existe una única, sino diversas interpretaciones del Derecho islámico y que algunas de ellas son de inspiración patriarcal, lesivas de la igualdad de la mujer.

    • English

      The alternative procedures of conflict resolution (mediation and arbitration) have been promoted in the last several years as an advantageous via in matters that affect the personal statute. Mediation and arbitration contribute to lightening the judicial system load, reducing the costs of the process, avoiding the publicity of subjects that parties want to keep private and obtaining a quick decision that prevents a greater exacerbation of the matrimonial conflict. Also, they act efficiently within the framework of the intercultural societies because they allow a resolution that is more direct for the parties. However, despite these advantages, the submission of the conflicts of family Law to arbitration (and specifically religious arbitration) is not exempt of difficulties, as the Canadian example illustrates. In Canada, the system in force in Ontario from 1991 to 2005, allowed arbitration to resolve certain family matters and, in fact, some religious communities (Jews, Christians and Ismailies, principally) had their own arbitration courts under the protection of this legislation. However, the creation of the Islamic Institute of Civil Justice at the end of 2003 that was created so that Canadian Muslims could resolve their conflicts according to Islamic Law incited an intense debate in the country. The reasons given to object were that there is not just one but several interpretations of the Islamic Law and that some of them are of patriarchal inspiration, harmful to women’s equality.


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