Cuando la Unión Soviética era todavía una suma de repúblicas socialistas, Garry Kasparov y Anatoly Karpov libraron partidas legendarias que hoy se citan con respeto, casi con veneración, entre los aficionados al ajedrez. El combate definitivo lo disputaron entre el 10 de septiembre de 1984 y el 9 de noviembre de 1985. Kasparov tenía entonces 22 años y se convirtió en el campeón del mundo de ajedrez más joven de la historia. Hace unos meses, decidió poner su apellido y su talento al servicio de La Otra Rusia, una iniciativa que pretendía ser la alternativa al régimen impuesto por Vladimir Putin. Pero ni siquiera le han dejado sentarse frente al tablero: era apenas un peón frente a un rey rodeado de torres, alfiles y caballos. Y, claro: fue expulsado del mapa.
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