Ha sido habitual hasta la actualidad, hacer descansar toda la responsabilidad en los procesos de participación ciudadana en los habitantes. Pero la participación no es un derecho de los administrados, al menos solamente. Es un deber de los administradores. Más que poner el acento en reglamentos de descentralización y comités consultivos, sería más conveniente plantear la necesidad de incorporar un nuevo pensamiento en quienes toman decisiones (técnicos y políticos). Una nueva vía que haga entender que es muy importante la calidad de la información. En esta vía, las experiencias de la geografía (especialmente las orientaciones ligadas al espacio subjetivo o la geografía de la percepción que trata la imagen y la percepción del espacio como un producto social y cultural), pueden ayudar a hacer de la participación no sólo un estilo de gobierno, sino un instrumento técnico de primera magnitud a la hora de tomar decisiones. Al respecto, se repasan algunos casos concretos (Valencia, Gandia, Lérida) y se ofrece un decálogo para la discusión sobre la mejora de la participación ciudadana en la planificación urbana.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados