Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX y acompañando a la moderna industria del vino, comienzan a diseñarse las industrias inducidas y derivadas de la vitivinicultura en los oasis irrigados de Mendoza y San Juan, en Argentina. En el origen y desarollo de las nuevas industrias fue decisivo el aporte de los inmigrantes europeos, portadores de una tecnología inexistente en los espacios en donde se asentaban. Ello fue particularmente notable en dos sectores metalúrgicos: el fabricante de máquinas y equipos para bodegas, y el fabricante de instrumentos agrícolas.
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