Un estudio demográfico se convierte en un testigo o indicador eficaz del impacto que cierto tipo de innovaciones produce en la sociedad o, a la inversa, de cómo la ausencia de innovaciones puede influir decisivamente sobre la evolución de las variables demográficas. Ejemplos de cómo los comportamientos demográficos son respuesta a un contexto social y económico determinado, que dificulta la innovación y/o la difusión espacial de la misma, los tenemos en el retraso con que disminuye la mortalidad en algunas zonas y en los desequilibrios que provoca un crecimiento demográfico superior al crecimiento de la renta.
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