Usualmente el tema de la razón de Estado se considera una cosa del pasado: un ámbito que pertenece a los historiadores, pero no a los politólogos. Se supone que, desde el punto de vista de la teoría política, éste es un tema normativamente muerto: las razones de Estado son siempre ilegítimas y nuestros sistemas democráticos han puesto en marcha mecanismos institucionales destinados a asegurar su desaparición. Este trabajo pone en cuestión estas ideas. Para hacerlo, comienza tratando de definir lo que podemos entender por razón de Estado. Tras ello, describe brevemente cómo la Ilustración trató de superar las razones de Estado mediante la subordinación de la política al derecho. Finalmente, a través del análisis del concepto procedimental de justicia y del overlapping consensus rawlsiano, critica la ¿juridificación¿ de la teoría política, se opone a la hegemonía del poder judicial sobre los otros poderes y reivindica un espacio teórico y práctico guiado por el juicio, la reflexividad y la prudencia
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