El papel del traductor como cogestor del cambio lingüístico del español está hoy en entredicho. Desbordado por el alud de anglicismos y obligado además a competir con el especialista e incluso con el hablante medio, el traductor ve desdibujada su identidad profesional. Por ello necesita con urgencia replantearse su función como técnico de la lengua. Analizamos aquí las patentes justificaciones y las actitudes subyacentes en una frecuente inhibición en el ejercicio de sus competencias cuando se trata de trasladar la lengua dominante. Frente a una corriente mayoritaria de aceptación del extranjerismo que tiende a confirmarlo en esta inhibición, el traductor debe tener plena consciencia de lo que está en juego, para su actividad y para la lengua, cuando traduce de un idioma hegemónico como el inglés.
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