En este trabajo planteo varias cuestiones en torno al lenguaje que parecen traer de cabeza tanto a los lingüistas como a los ortógrafos más fervientes en esta ¿ya no tan nueva- Sociedad de la Información. Y de todos los revolucionarios medios de comunicación he seleccionado uno, el teléfono móvil por dos razones: en primer lugar, por su amplísima utilización (es extraño en nuestros días no disponer de uno); en segundo lugar porque su modalidad de mensajes cortos (SMS) despierta no pocas suspicacias lingüísticas en tanto que parece romper el equilibrio ya de por sí inestable entre lenguaje hablado y lenguaje escrito.
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