La mujer que encarna el mito romántico desde hace más de un siglo tuvo una vida menos afortunada de lo que su glamourosa boda, hace ahora 150 años, pudiera dar a entender. Espíritu libre, experimentó en carne propia las contradicciones entre su educación avanzada y las rígidas convenciones del principal imperio de la época, el austríaco. Sin duda, fue un personaje irrepetible.
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