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La llamada del Norte: la pasión del expedicionario Robert E. Peary por el Ártico culminó en 1909, al convertirse en el primer ser humano que alcanzaba el polo Norte. Una gesta cuya veracidad suscitó una gran polémica

  • Autores: Josep M. Casals
  • Localización: National geographic, ISSN 1138-1434, Vol. 21, Nº. Extra 5, 2007, págs. 2-17
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • «¡El polo, por fin! La recompensa de tres siglos, mi sueño y mi ambición durante 23 años. Mío por fin. No puedo creerlo. ¡Todo me parece tan sencillo!» De este modo describió Robert Edwin Peary las sensaciones que le embargaron cuando alcanzó los 90° de latitud norte. Era el 6 de abril de 1909, y faltaba exactamente un mes para que este avezado explorador cumpliera 53 años. Había aprovechado la que sabía era su última oportunidad para dar cumplimiento al sueño de una vida: ser el primero en alcanzar aquel punto inmaterial en el centro de la blanca, vasta y desolada banquisa ártica. Nacido en Cresson, Pennsylvania, en 1856, Peary quedó huérfano de padre a los dos años. Estrechamente unido a su madre, estudió ingeniería en el Bowdoin College de Brunswick, en Maine, y tras trabajar un tiempo como taxidermista aprovechando una afición cultivada en su adolescencia, se incoporó al servicio de guardacostas (1879), para más tarde ingresar en la Armada (1881). Fue así como, en 1885 y con el grado de teniente, marchó a Nicaragua como miembro de una misión encargada de estudiar el proyecto de un canal interoceánico, que finalmente se abriría en Panamá


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