Tras abogar por una actitud de tolerancia cero ante la violencia, el autor aporta algunas reflexiones sobre este grave problema. Por ejemplo, de nada sirve criminalizar a la juventud, violencia e indisciplina no son sinónimos y el sistema debe aparcar el victimismo y esforzarse por mejorar la convivencia. Todo ello, a partir de un condicionante básico: las administraciones deben invertir más.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados