La mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea es, actualmente, la asociada a la producción de la energía que se consume en los edificios durante su utilización por los usuarios de los mismos. La mayor parte de los gases de efecto invernadero emitidos son dióxido de carbono (CO2) y la mayor parte de la energía que consumen los edificios se dedica a la calefacción y refrigeración de los mismos (el 56% de la energía total consumida). Esta es la situación actual motivada por el tipo de edificios que, de forma mayoritaria, se construyen y del tipo de energía que, también de forma mayoritaria se produce para el consumo urbano y doméstico.
Es evidente que un incremento de las energías renovables mejorará la situación, pero, con el conocimiento que hoy se tiene sobre el particular, parece que será un proceso lento y con una incidencia moderada. Por tanto es inevitable avanzar en la construcción de un tipo de edificios más eficientes, que funcionen con un menor consumo de energía, que los que actualmente se construyen.
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