La imagen basada en la genómica y la proteómica va a permitir seleccionar a poblaciones e individuos "con riesgo" de padecer una determinada enfermedad antes de que aparezcan los síntomas clínicos, identificando la existencia, localización y extensión de las bases de la enfermedad, estratificando el riesgo y posibilitando la realización y el control de tratamientos diseñados para cada paciente.
Estas técnicas de imagen molecular deben generar, para ser eficaces, información tanto funcional como estructural. La utilización de sondas de imagen junto a equipamientos avanzados permite ver numerosos complejos moleculares y estructuras celulares. La imagen molecular permite, directa o indirectamente, recoger y seguir la distribución espacio-temporal de los procesos moleculares o celulares con aplicaciones no sólo clínicas (diagnósticas y terapéuticas), sino también básicas (bioquímicas y fisiológicas). En la parte clínica, la Medicina Nuclear y la Radiología están necesariamente obligadas a trabajar conjuntamente para liderar el desarrollo, la implantación y la evaluación tecnológica de la imagen molecular. Desde esta perspectiva, las técnicas de hibridación molecular deben progresar hacia la coordinación de esfuerzos, tanto de formación y utilización, como de investigación, que permitan desarrollarnos plenamente como profesionales de la imagen médica al servicio de la sanidad.
La imagen molecular dota a los médicos relacionados con la imagen médica de la posibilidad de avanzar sustancialmente en el diagnóstico precoz, la estratificación del riesgo y el pronóstico, y la monitorización del tratamiento de numerosos procesos biológicos y celulares relacionados con la enfermedad.
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