Más allá de las grandes cifras, de su impacto en el sistema económico o de los conflictos de convivencia, el drama de la inmigración también se compone de innumerables historias personales. En Londres, un movimiento social abre espacio en la opinión pública pidiendo que, aun cuando el debate se encone, nadie olvide que los inmigrantes tienen nombre propio. Un mensaje pragmático y alternativo, alejado tanto de la ingenuidad como del alarmismo, que está logrando una transversalidad sin precedentes. La campaña se llama Strangers into Citizens y parte de una premisa irrenunciable: el reconocimiento de los inmigrantes como personas, y su contribución a la economía y a la sociedad británicas.
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