Se presenta una visión general de las principales ventajas e inconvenientes derivados del empleo del hidrógeno como vector energético y de las pilas de combustible como dispositivos de generación. Además, se pretende informar del estado de desarrollo de esta tecnología emergente, esbozando algunas ideas de lo que podrían ser las pautas para su desarrollo futuro.
El hidrógeno no constituye una fuente de energía primaria como los combustibles fósiles, nucleares o las fuentes de energía renovables, sino que se trata de un vector energético. El hidrógeno sirve de almacén y transporte de la energía previamente producida por otras fuentes, presentándose como una de las alternativas más atractivas en la actualidad a los sistemas energéticos convencionales. Los sistemas basados en hidrógeno suponen un suministro energético seguro, que consigue la diversificación de las fuentes energéticas primarias y la reducción sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero, con la consecuente mejora de la calidad del aire [1].
El hidrógeno será una alternativa energética tan limpia como lo sea la fuente primaria que se emplee para generarlo. Aunque, inicialmente, todo indica que será preciso generar hidrógeno utilizando los sistemas energéticos convencionales, a más largo plazo se prevé que serán las energías renovables las que se convertirán en la primera fuente de producción.
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