Los diversos cementerios del grupo episcopal de Valencia, en pleno centro urbano, respondían, por una parte, a una jerarquización muy definida de las tumbas, y, por otra, a la atracción de dos lugares martiriales: la tumba de San Vicente y el lugar donde fue torturado hasta la muerte. Alrededor de ambos surgieron sendas necrópolis de distinta categoría. En todo caso, los enterrados en esta zona pertenecían a los distintos rangos de los estamentos superiores de la ciudad. La mayor parte de la gente se seguiría sepultando en los cementerios situados en la periferia que, paradójicamente, son menos conocidos debido a la dinámica arqueológica. En el centro episcopal, los rasgos antropológicos entre las tumbas de los siglos V-VI y las del s. VII, bien diferenciadas tipológica y estratigraficamente, indican un cambio poblacional, al sustituirse el tipo mediterráneo grácil por otro con características nórdicas.
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