Las ciudades y las villas de la Rioja alta presentaban en la baja edad media una organización hacendística similar a la de otros núcleos urbanos de la corona de Castilla. A finales de la edad media, junto a los ingresos tradicionales recaudados por los mayordomos, se irán generalizando otros ingresos procedentes de fórmulas de financiación de carácter extraordinario, como derramas, sisas y préstamos, con objeto de hacer frente a unos gastos cada vez más apremiantes y diversificados. Las haciendas concejiles deberán adaptarse a esta nueva situación y para ello los gobiernos municipales tendrán que hacer frente a las deficiencias en la gestión y en el control de las mismas, que habían dado lugar al ejercicio de prácticas abusivas por parte de algunos miembros de los regimientos.
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