El caso que presentamos es el de una mujer con síndrome de Marfan, a la que tras acudir a su médico por un cuadro de gastroenteritis aguda se le diagnosticó casualmente una ureterohidronefrosis bilateral severa asociada a una vejiga neurógena y a un meningocele sacro anterior gigante. La importancia de este caso radica en que la paciente estaba asintomática, a pesar de las importantes repercusiones viscerales que ya se habían producido, lo que plantea si sería aconsejable el seguimiento de estos pacientes mediante resonancia magnética (RM) aún en ausencia de síntomas.
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