Eisenstein idealizó su amistad con Orozco por su temperamento sentimentalmente romántico. A la luz de documentación no utilizada previamente, se sigue el nacimiento de dicha amistad entre ambos artistas, nacida de una mutua admiración por la obra de cada uno: de un desencuentro idealizado al único encuentro entre los dos, habido en la ciudad de Nueva York al regreso de Eisenstein a Moscú después de dejar inconclusa su película sobre México.
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