Miguel Servet, médico y teólogo español, nacido en pleno Renacimiento, fue un genuino representante de su tiempo. Dotado de una gran cultura, hablaba correctamente latín, griego y hebreo y se expresaba perfectamente, además de en español, en alemán, francés, italiano y catalán. Estudió, entre otras, en las universidades de Toulouse, Lyon, París, Estrasburgo y Basilea, en donde contó con el respeto y la amistad de muchos de sus profesores y colegas y con el odio de otros. Sus ideas heterodoxas, que lo enfrentaron a católicos y protestantes, determinaron que fuera condenado por hereje, tanto por unos como por otros, y que finalmente los seguidores de Calvino, tras un proceso ignominioso y lleno de contradicciones, lo ejecutasen en la hoguera en Champel, un suburbio de Ginebra. En esta revisión nos referimos únicamente a sus contribuciones a la Medicina � resaltando especialmente su descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre� y a la Ciencia de los Alimentos. Primero estudiamos la influencia que en su formación tuvieron los grandes médicos greco-romanos clásicos (sobretodo Galeno), los árabes y sus profesores y compañeros renacentistas, como Champier, Andernach, Silvio, Veralio, etc. Por último se analizan con detalle las ideas bromatológicas de su libro Syruporum y de algunos escolios de su traducción de la Materia medica de Dioscórides
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