Resumen de El valor de las palabras: Malversación de fondos semánticos y usos irregulares de la comunicación oral y escrita en Servicios Sociales
Resulta fácil hablar y escribir. Por ello, hacemos un uso totalmente irresponsable de lo que decimos y su significado. Cuando queremos decir algo, no somos conscientes de la profundidad que tienen nuestras palabras y lo que encierran.
Siempre se nos había dicho, por ejemplo, que la formulación de objetivos dentro del proceso metodológico de planificación, debía hacerse con tiempos en infinitivo, lógicamente para no quedar atrapados en el sentido de nuestras propias palabras y tener siempre una vía de escape, por si nos equivocábamos o nuestras posibilidades no daban para cubrir los citados objetivos.
"Potenciar", "facilitar", "Remover", etc., son ejemplos del uso de la palabra como una especie de "digo, pero no digo, por si lo que digo, después no puedo decirlo ...". Quiero que se entienda que no se trata de una crítica al Trabajo Social y sus herramientas, ya que todas las profesiones juegan con el significado de las palabras, incluso algunos, con mayor incidencia negativa en los ciudadanos, si no más bien, de poner en valor una situación dormida, que influye diariamente en nuestra vida profesional y que afecta sobremanera a los ciudadanos para los que trabajamos.
No obstante, no me referiré exclusivamente a la malversación en el uso semántico de las palabras a nivel general o a la comunicación como herramienta laboral, sino también a la escasa preparación profesional en técnicas de comunicación oral y escrita (pasando de puntillas por algunas recomendaciones sobre comunicación); y a la inconsistencia grandilocuente del lenguaje de la Administración Pública.
El análisis de la comunicación, que es en definitiva nuestro modesto objetivo, tiene infinitas formas, que darían para un ensayo voluminosos y no para un artículo; se trata en resumen, de reflexionar sobre la importancia de algo tan cotidiano y diario como "hablar y escribir" (en nuestrp trabajo y en la literatura administrativa que se genera) y, que encierra en sí mismo, la esperanza de la imparcialidad, objetividad, diligencia, la responsabilidad pública y el día a día de los ciudadanos a los que servimos en tanto en cuanto Sistema Público.
