No puede hablarse de formación sin hacer referencia a otros dos conceptos que están ligados estrechamente a éste. Se trata de los de vocación y profesión. El director de un establecimiento hostelero no puede limitarse a manejar actividades abstractas, sino que ha de poseer la suficiente sensibilidad y conocimientos para adoptar en todo momento una actitud crítica sobre la marcha parcial y total de su empresa. Se hace necesaria un formación específica que permita a los que acceden a tales puestos, su desempeño sin improvisaciones ni distorsiones.
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