A la actual situación de deterioro ecológico nos ha conducido un modelo económico productivista, que ha imperado tanto en las economías de libre mercado como en las planificadas, basado en el optimismo tecnológico, en la creencia en la viabilidad de un crecimiento ilimitado y en una concepción antropocéntrica de las relaciones de los hombres y mujeres con el medio. Los problemas ambientales de la sociedad industrial de los últimos doscientos años tienen su origen en buena medida en el consumo acelerado de recursos, en especial de energías fósiles; y han ido aumentando en gravedad debido al empleo de técnicas de fuerte impacto que incorporan riesgos e incertidumbres, y en magnitud como consecuencia del aumento de población y del volumen de la producción y el consumo
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