La crisis ecológica, cuya presencia en las sociedades actuales es ya inocultable y presenta una dinámica claramente negativa, obliga a un replanteamiento global de las relaciones y las políticas económicas, ya que son éstas las que subyacen en los procesos de contaminación ambiental y degradación de los recursos, incluyendo los que presentan un interés esencial para la vida (el aire que respiramos, el agua que bebemos, el suelo sobre el que se asientan los cultivos que nos alimenlan). La sociología más institucional asiste por su parte, timorata e indecisa, a una recomposición dramática de la vida social, nacional y planetaria, en la que se destaca la ética como eje principal de referencia y de equidad internacional
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