Expone el autor la extraordinaria utilidad de los pequeños manantiales que en casi todos los lugares, permiten regar con sus aguas los tradicionales huertos familiares, cuya utilidad se reconoce modernamente y tanto ha estimulado en estos últimos tiempos la Organización Sindical. Ante un régimen de lluvia tan irregular como el nuestro, interesa muy mucho conservar estos caudales base de lo que Joaquín Costa llamaba "el pequeño regadío", y que permiten obtener los productos hortícolas necesarios para el consumo familiar. Ante la necesidad de incrementar la producción, es del mayor interés evitar que se pierda una gota de agua; de ahí la necesidad de sostener cuidadosamente estas fuentes. Y si, por los planes urbanísticos, fuera necesaria la desaparición de las mismas, deberán ser rescatados esos caudales para aflorarlos en un lugar adecuado.
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