Utilizando los datos censales de población y los de nacimientos y defunciones, todos procedentes del Instituto Nacional de Estadística, el autor utiliza el método de balance para obtener los saldos migratorios de las distintas áreas que considera. Entre estas áreas figuran las "regiones demográficas" en que divide a España para tener una visión sintética de las corrientes migratorias. Desde 1900 a 1960 se observa un persistente fenómeno migratorio interior que va de unas regiones a otras, siendo de destacar el hecho de que siempre son las mismas las regiones receptoras y también las regiones expulsoras de población. La distinción de la emigración por sexos permite apreciar la gran contribución de la emigración femenina, hasta el punto de que prácticamente la mitad de la población emigrante es femenina, si bien por regiones se observan algunas diferencias. De seguir la actual tendencia de las corrientes migratorias interiores, la población española tenderá a concentrarse en los tres puntos citados, a saber: Madrid, Barcelona y Bilbao. Finalmente, se hace referencia a la población agraria y se señala que actualmente esta población está perdiendo, por año, de 150.000 a 200.000 hombres.
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