La emigración campesina, consecuencia del desarrollo económico -y, a la vez, factor que ha favorecido a este último-, ha producido una ruptura importante dentro de la situación de relativa normalidad del sector agrario, sin que esta normalidad supusiera una situación de relativa normalidad del sector agrario, sin que esta normalidad supusiera una situación aceptable. Precisamente por esta evolución tan fuerte que en su organización tienen que sufrir las empresas, es más necesaria la política de regulación de mercados, en el sentido de que estimule la orientación de las producciones agrarias hacia las nuevas demandas que se están produciendo, consecuencia del desarrollo económico. Expone la disminución de la población activa agraria, que ha permanecido en valor absoluto casi constante durante los primeros cincuenta años de este siglo, pero en el último quinquenio ha disminuido en casi un millón de personas activas. Menciona cómo esta menor población deberá condicionar a la producción agraria en el futuro, y si hasta el presente la tierra es factor limitativo de la producción en España, puede serlo ya la mano de obra.
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