La ausencia de relaciones diplomáticas formales entre Cuba y los Estados Unidos por 40 años merece sin duda una explicación. En su artículo, Mark Falcoff aborda esta situación tan peculiar a partir de cinco factores que, en su opinión, han determinado la política estadounidense hacia Cuba: la inercia, los derechos de propiedad, los resentimientos históricos, los valores básicos y la política interna. La inercia se refiere desde luego a la perpetuación de la política estadounidense hacia Cuba, pese a la creación de las Secciones de Interés en Washington y La Habana, y a la firma de varios acuerdos entre los dos gobiernos. Los derechos de propiedad, en segundo lugar, seguirán representando una dificultad, profundizada por la Ley Helms-Burton, en tanto no se encuentre la fórmula para una indemnización aceptable para las dos partes. Los resentimientos históricos se explican, desde luego, por la relación tan complicada que ha existido entre los dos países, que va más allá de la Revolución de 1959, y que el gobierno de Castro de alguna manera recupera. Los valores fundamentales siguen siendo motivo de discrepancia: no se trata sólo de la oposición entre el comunismo y la democracia, los derechos humanos y el libre mercado, sino de la hegemonía estadounidense. Finalmente, la comunidad cubano-estadounidense es sin duda un elemento fundamental para explicar la política interna. Sin embargo, tanto esta comunidad como la opinión pública estadounidense, e incluso algunos sectores dentro del gobierno, han comenzado a adoptar una actitud más abierta con respecto a Cuba. Inevitablemente, Cuba y los Estados Unidos tendrán que reestablecer relaciones en el futuro, y Falcoff concluye considerando esta eventualidad.
The lack of formal diplomatic relations between Cuba and the United States for forty years deserves an explanation. Mark Falcoffs article elucidates this odd situation based on five aspects which he considers to have defined U.S. policy towards Cuba: inertia, property claims, historic grudges, basic values, and domestic politics. Inertia refers to the long-lasting U.S. confrontational policy toward Cuba despite the establishment of Interest Sections in both Washington and Havana, and the signature of agreements between the two governments. Secondly, property claims will represent a hurdle aggravated by the Helms-Burton Act as long as a compensation formula acceptable to both parties is not reached. Historic grudges are obviously the result of an extremely complex relationship between the two countries well before the 1959 revolution and that has been somehow recuperated by Castros government. Basic values are still a source of conflict: what is at stake is not only a clash between communism and democracy, human rights and free markets, but also U.S. hegemony. Finally, the Cuban-American community represents undoubtedly a key element to understand domestic politics. This community, however, as well as the American public and even some segments of U.S. government have gradually adopted a more flexible view towards Cuba. Inevitably, Cuba and the United States will have to normalize relations in the future, and Falcoff concludes by speculating about this eventuality
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