En este artículo se analiza la historia de la disidencia cubana a partir de 1959, y el marco legal en el que ha actuado. La disidencia, sostiene Fernández, ha sido y es un grupo heterogéneo que, sin embargo, comparte la idea de defender los derechos civiles del individuo y rechazar el statu quo. La oposición, de hecho, se inició en las filas revolucionarias mismas, al radicalizarse el gobierno de Castro, y ha ido adquiriendo distintos tonos ideológicos: desde simpatizantes del socialismo de centro-izquierda hasta conservadores demócratas; desde quienes basan su legitimidad en la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta quienes recuperan el pensamiento político nacional que parte de José Martí. Se puede hablar de alrededor de 350 entidades que incluyen grupos de derechos humanos, protopartidos políticos, asociaciones laborales, organizaciones culturales y con otros fines específicos. Al examinar la evolución de la disidencia, que adquiere su máxima representación en el movimiento de los derechos humanos, el autor identifica distintas estrategias adoptadas tanto por este movimiento como por el gobierno cubano: en relación con el primero, destaca su proyección internacional que ha sido cada vez más exitosa; en cuanto a las respuestas del gobierno, puede mencionarse su intención de asimilar el discurso de los derechos humanos, las campañas en el exterior para dar una imagen positiva de Cuba y, desde luego, la represión. Lo que es indiscutible, en ambos casos, es que los desarrollos internos en Cuba no escapan al contexto internacional. Los documentos producidos por la disidencia señalan una actitud tolerante y de inclusión. De esta forma, concluye Fernández, la disidencia podría contribuir a la transformación de la cultura política en Cuba para construir una sociedad civil democrática.
The article looks at the history of Cuban dissidence since 1959 and the legal framework within which it has operated. According to Fernández, while being a heterogeneous group, dissidents share the goals of defending the individuals civil rights and fighting the status quo. In fact, the opposition developed from the revolutionary ranks themselves when Castros regime became more radical and has ever since adopted different ideological hues, ranging from supporters of center-left socialism to democrat conservatives; from those who base their legitimacy on the Universal Declaration of Human Rights to those who endorse the nationalistic political thinking stemming from José Martí. There are roughly 350 associations currently operating, which include human rights groups, proto-political parties, labor associations, and cultural and other specific-target organizations. As Fernández explores the evolution of dissidence whose main representatives are human rights groups he identifies various strategies adopted by the movement and the Cuban government. As to the former, Fernández stresses its increasingly successful projection at the international level. On the other hand, the government has reacted by using the human rights discourse, promoting foreign campaigns to give a positive image of Cuba and, of course, by repressing the opposition. In both cases, though, it is undeniable that Cuban domestic developments are not isolated from the global context. Documents produced by dissidents reveal a tolerant and inclusive stance. Fernández concludes, therefore, that dissidence could play a relevant role in transforming the Cuban political culture that might lead to the establishment of a democratic civil society.
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