El autor observa la economía cubana desde 1990, cuando dio inicio la peor crisis en su historia, el llamado periodo especial en tiempos de paz, como resultado de la desaparición del bloque socialista. Pérez-López examina los alcances de la crisis en los distintos sectores de la economía cubana, y las medidas adoptadas por el gobierno para intentar revertir la situación. Entre estas últimas destacan la legalización de la posesión y uso de moneda extranjera, la autorización del empleo por cuenta propia, la creación de cooperativas agrícolas, el cambio en la legislación fiscal, la creación de mercados agrícolas, la promoción de la inversión extranjera y la reforma bancaria. Asimismo, evalúa los resultados de la aplicación de tales medidas y destaca un crecimiento económico positivo desde 1994. Sin embargo, el autor argumenta que las reformas fueron inadecuadas para restituir a la población los niveles de ingreso y de consumo que tenía a finales de los ochenta, y no sentaron las bases para un futuro desarrollo económico sustentable. Aunado a esto, la desaceleración de la economía mundial, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el retiro de Rusia de la base de Lourdes y el huracán Michelle contribuyen a que las perspectivas de la economía cubana sean desalentadoras. Pérez-López concluye que el gobierno cubano no ha seguido un proyecto de reforma para mejorar la eficacia de la economía y hacerla más compatible con la economía mundial, y se han pospuesto medidas políticamente sensibles como la reestructuración de empresas estatales, la autorización de pequeños negocios y las reformas al mercado laboral, que aumentarían el desempleo y reducirían el control sobre los recursos productivos del Estado. Con los cambios adoptados se ha perseguido únicamente enfrentar una crisis, sin una visión de largo plazo.
Pérez-López reviews the Cuban economy since 1990, when the worst crisis in Cubas history the so-called special period in times of peace broke out as a result of the socialist blocs dissolution. Pérez-López explores the impact of the crisis on different segments of Cuban economy and the measures implemented by the government to revert the situation. Some of these measures included: legalizing the possession and use of foreign currencies, allowing self-employment, establishing agricultural cooperatives, modifying fiscal laws, developing agricultural markets, promoting foreign investment, and bank reform. The article also analyzes the outcomes of those measures and stresses the positive trend in economic growth since 1994. Pérez-López argues, however, that reforms failed to restore the income and consumption levels that Cubans enjoyed at the end of the 1980s, and they were also incapable of setting the basis for a future sustainable economic growth. In addition, Cubas economic prospects were further undermined by the deceleration of global economy, the terrorist attacks of September 11th, 2001, Russias retreat from the Lourdes base, and the hurricane Michelle. Pérez-López concludes that the Cuban regime has not worked out a reform project aimed at improving economic efficiency and further harmonizing it with the global economy. In addition, the implementation of politically sensitive measures such as, restructuring state firms, authorizing small business, and reorganizing the labor market has been postponed since they would exacerbate unemployment and reduce control over the states production assets. The changes already implemented are solely intended at tackling the crisis, but lack a long-term vision.
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