¿Qué debemos hacer para crear un espacio jurídico mundial que no sólo responda a las inquietudes de los actores públicos y privados, sino que también introduzca mecanismos de regulación de los mercados y los comportamientos? Existe no sólo una, sino dos fórmulas posibles, que pertenecen a tradiciones diferentes en materia de cooperación internacional, ya sea que se opte por privilegiar el interés común y el derecho, o bien, al contrario, la autonomía de los actores y los códigos de conducta, privados o públicos. Mientras que la vía multilateral ha dejado de parecer muy promisoria en lo inmediato, las opciones bilateral y regional presentan, en opinión de algunos, un sinnúmero de ventajas, entre ellas las de servir como laboratorio institucional y de resolver más fácilmente la tensión que existe entre los intereses particulares y el interés común. Este artículo analiza los términos del debate actual, a la luz del triángulo imposible de la cooperación internacional, para lo cual toma como caso de estudio la inversión y la competencia.
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