Uno de los puntos de partida de la política social de la Corona española en América y específicamente en el Nuevo Reino de Granada fue el dualismo o división entre la comunidad o república de los españoles y la República de Indios. La denominación de lo «humano» pasaba por el «vivir congregado» a «son de campana» o «en policía» en «república». Lo que se concretaba en dos dimensiones interrelacionadas: por un lado, en el diseño de una determinada configuración espacial urbana jerarquizada. Por otro lado, en la promoción de un tipo de sujeto que respondía a estas condiciones de «convivencia», y la condena de los que no se inscribían en esta forma «ordenada» de vivir. De este modo, las políticas de reducción en los pueblos de indios, en principio diferenciados de la ciudad que era concebida como el espacio de la «civilización» los «blancos» y «otras gentes», se reforzaban de forma lógica con mecanismos como las políticas de separación residencial. Sin embargo, esta visión ideal de orden socioespacial se enfrentaría en la práctica, por una parte, a la necesidad de los españoles de la cercanía de los indígenas por diversos motivos, especialmente de orden económico y, por otra parte, a las «perturbaciones» generadas por las dinámicas del mestizaje.
One of the basic points of the social policy of the Spanish Crown in America and specifically in the Kingdom of Nueva Granada was the dualism or división between the community or Republic of the Spaniards and the Republic of the Indians. The term «human» changed from meaning «living collectively» to «toll of the bell» or «in pólice» in «republic». This was made concrete in two inter-related dimensions: on the one hand, in the design of a certain type of stratified urban spatial configuration and, on the other hand, in the promotion of a type of subject who would respond to said conditions of «coexistence», and the condemnation of those who did not enroll in the «well-ordered» way of life. Thus, the policies aimed at reducing the indian population, originally differentiated from the urban population, which was considered to be the space of «civilization», «whites», and «other people», were logically reinforced through mechanisms such as residential segregation policies. Nevertheless, this ideal visión of sociospatial order would confront in practice, on the one hand, the Spaniards' need to have the indians cióse at hand for various reasons, especially of an economic nature and, on the other hand, the danger of disturbances resulting from crossbreeding between the white and indian races.
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