El turismo es, a comienzos del siglo XXI, una actividad económica y social de enorme importancia, si bien no libre de amenazas en cuanto a su competitividad y sostenibilidad. Su desarrollo, y, por tanto, su capacidad de contribuir al bienestar de sus actores, están profundamente interrelacionados con la estructura de nuestras sociedades contemporáneas. Es muy resistente, dada la redundancia de muchos de sus subsistemas, pero también vulnerable cuando están en cuestión condiciones clave, tales como la seguridad, la salubridad o el placer/beneficio relacionado con el viaje. La creciente globalización de la actividad turística ha contribuido a subrayar su papel protagonista en el desarrollo de países y regiones aunque la ha hecho asimismo más dependiente de las expectativas y percepciones de sus clientes, y de eventos y decisiones, ahora a nivel mundial. En este contexto, el turismo necesita reglas de juego para maximizar su contribución a la sociedad. La política turística es una técnica de gestión del conocimiento para investigar, difundir e implementar esas reglas de juego a nivel "macro". Desde su primera conceptualización, hace ahora aproximadamente un siglo, para la promoción de destinos turísticos e infraestructuras hosteleras, la política turística ha ampliado su campo y profundizado el alcance de sus instrumentos. Es ahora imprescindible para el éxito de la actividad turística a nivel local y regional, y, también, se argumenta aquí, para su optimización a escala nacional y global. Conviene así, en este marco de pensamiento, avanzar en el análisis de los contenidos de la política turística y en la misión de las instituciones encargadas de implementarla.
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