Un dilema característico para quienes deben tomar decisiones, tanto políticas como empresariales, en el ámbito del turismo es la elección entre opciones que son inconsistentes en el corto y el largo plazo. En el caso de operaciones empresariales puntuales, el problema suele reducirse a la estimación de la combinación óptima de riesgo y rentabilidad, pero en la definición de estrategias las alternativas se complican por cuanto esta misma disyuntiva adopta con frecuencia la forma de elección entre crecimiento y estabilidad. Parece razonable que los destinos emergentes establezcan sus prioridades en el crecimiento a corto plazo con el fin de alcanzar cuanto antes los umbrales de tamaño que justifiquen las inversiones en equipamientos e infraestructuras. También parece razonable que a medida que se consolidan las posiciones en los mercados aumenten las preferencias por la estabilidad de la demanda, evitando en lo posible oscilaciones excesivas en el nivel de actividad.
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