El autor destaca el sentido filosófico-teológico que SS Benedicto XVI da a la caridad en su primera encíclica, así como también el valor de la actividad caritativa de la Iglesia, como colaboradora del orden social justo. En este sentido, se refiere a la justicia y a la caridad como elementos dinámicos y complementarios, esenciales a la tarea de la promoción humana. A la luz de lo anterior, y siguiendo el programa de la encíclica, el autor establece los roles de la sociedad civil, el Estado y la Iglesia, sobre la base del principio de subsidiariedad. Finalmente, elabora una crítica sobre los papeles que estas instituciones han tenido en Argentina, particularmente en la última década, y concluye planteando el desafío de reeducar a la población en su responsabilidad como miembros de la sociedad civil, y de redefinir la tarea caritativa de la Iglesia, que en los últimos años fue supletoria del rol del Estado.
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